Una mujer consagrada a las luchas sociales de su comunidad

Encontramos a Ceferina Guerrero, lideresa comunitaria de la localidad de Chacoré, en el distrito de Repatriación (Caaguazú) cosechando arvejas y verdeo para el almuerzo del mediodía. Campesina de raíz, como ella misma se define, en esta nota nos habla un poco de lo que hace y de lo que sueña.

La Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri la postuló recientemente, junto a otras compañeras, al Premio Dignidad que propone, por segundo año consecutivo, la Codehupy (Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay).

Doña Ceferina Guerrero Vda. de Díaz, «pytyvõhára» (educadora popular), guardiana de las semillas y promotora de salud comunitaria y de la agricultura campesina con enfoque agroecológico, tiene hoy 72 años, y una de las experiencias que más le marcó en la vida fue el encuentro entre el Papa Francisco con los movimientos populares, que tuvo lugar en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) en el año 2015, oportunidad en la que acudió como delegada de Conamuri. ««»Tierra, techo y trabajo, dijo el sumo pontífice en aquella ocasión, y yo humildemente desde donde me toca quiero aportar mi grano de arena en lo que pueda», dijo, con voz pausada y llena de dulzura.

En ese sentido, como servidora social, desde hace un tiempo ella acompaña las gestiones ante Senavitat para que al menos 95 familias consigan una vivienda digna donde habitar. «Muy pronto se inaugurarán las primeras 45 viviendas aquí en Chacoré», contó, con esperanza.

Ña Cefe en su huerta.

En su chacra tiene todo lo que necesita para alimentarse. «Arekopaite ko’ápe opáichagua mboriahu rembi’u» (aquí tengo todo tipo de alimentos básicos), agregó, enumerando a grandes rasgos, parte de su producción: legumbres, hortalizas, tubérculos, plantas medicinales. Como muchas familias campesinas, en su casa guardan en tambores y botellas de plástico semillas para la próxima cosecha; muchas de esas semillas las lleva a la feria para intercambiar con sus vecinos por otras. «Ahora es tiempo de siembra, pero la sequía está haciendo todo muy difícil, hay muy pocas semillas», se lamentó.

Una preocupación muy grande que afecta a la comunidad de Chacoré, así como también en otros lugares, es que las familias campesinas se ven empujadas a alquilar sus tierras para el cultivo de rubros diferentes a los de la agricultura tradicional. «Ahora están plantando caña de azúcar, pero el pago que reciben por ese trabajo es muy poco, solo para vivir al día», dijo. Chacoré, como toda Repatriación, sufre los efectos de la migración por causas económicas. Ña Cefe, como se la conoce, mencionó que abuelas y niños quedan en el pueblo después del gran éxodo de la juventud. Sus propios hijos están dispersos, algunos en grandes urbes como San Alberto o Ciudad del Este, otros en São Paulo o Buenos Aires.

En su humilde vivienda de ña Cefe y su familia reciben durante todo el año a pasantes y voluntarios de varios países del mundo interesados en conocer cómo vive para practicar la agroecología, además de estudiantes universitarios interesados en hacer investigaciones en el área de la producción sostenible; sus puertas están abiertas para recibir a visitantes y en su mesa siempre hay un plato de más que expresa su hospitalidad y su fe en la humanidad.