Soberanía Alimentaria desde la visión de las mujeres campesinas e indígenas
La importancia de la soberanía alimentaria radica hoy día en que, simplemente, es la única alternativa de continuación de la vida. Para las mujeres que vivimos en el área rural, campesinas e indígenas, no hay duda respecto a eso.
Mientras el modelo agroexportador y dependiente continúe cerniendo su amenaza sobre los recursos energéticos y naturales del planeta, y mientras las empresas transnacionales sigan teniendo potestad, otorgada por los Estados, para extender su hambre de lucro, las mujeres campesinas e indígenas sabemos que de aquí a poco, no será viable la vida en la Tierra.
Este modelo económico, social y político, que beneficia a unos pocos en desmedro de la inmensa mayoría, se nutre de las niñas y los niños desvalidos y sin acceso a la educación, se nutre del joven explotado que vende su fuerza de trabajo por unas cuantas monedas, de la indígena que da a luz a un hijo con problemas genéticos a causa de la exposición a los agroquímicos, de la campesina que debe dejar a su familia en busca de mejores horizontes, de las riquezas forestales, mineras y acuíferas pertenecientes a naciones con su soberanía siempre en la cornisa, se nutre de la miseria, la ignorancia y las penumbras que cubren ampliamente al planeta. Este modelo económico, social y político sólo reporta capital concentrado en contadas manos, y sus garras tienen alcance mundial.
Para revertir esta situación, se necesita una profunda transformación de las políticas de Estado. Volver a los valores secuestrados por el régimen capitalista: el respeto a los bienes de la naturaleza, el trabajo solidario y el compromiso adquirido con la sociedad, por el simple hecho de formar parte de ella. En esta nueva era político-social en que avanzamos, pese a tantas contradicciones y resquicios del periodo anterior, esperamos, en Paraguay, cambios concretos con propuestas humanistas y puntuales. En la coyuntura actual se deben priorizar programas de desarrollo dentro de la agricultura campesina tendientes a solucionar los graves problemas de miseria, enfermedades prevenibles y exclusión que nos reporta el desarrollo capitalista.
Necesitamos que el Gobierno garantice un verdadero esfuerzo por implantar la soberanía alimentaria. Necesitamos que se asuma una consciencia a nivel país acerca de la importancia que tiene para todos los paraguayos y las paraguayas la autonomía alimentaria frente al avance de las multinacionales y el agro-negocio. De lo contrario estaríamos poniendo en peligro toda nuestra existencia como nación, nuestra cultura y agricultura, nuestro hábitat, nuestras costumbres e identidad, porque de esto se aprovechan los mercaderes del neoliberalismo para inyectarse a sí mismos su dosis de ganancia.
Hoy día, los sectores empobrecidos ya ni figuran en las estadísticas y programas del Gobierno, un Gobierno que, todavía, sigue respaldando a los usurpadores de su patrimonio y que, en su afán de mantener este estado de injusticia social, ataca con la violencia como única respuesta a las organizaciones campesinas e indígenas que exigen el cumplimiento de sus demandas legítimas. Un Gobierno que nos vende ilusiones a través de Cepra, el Indert y otras dependencias similares con su cultura de asistencialismo e incentivo a la mendicidad, instituciones como la Secretaría de Emergencia Nacional y la Secretaría de Acción Social que impulsan programas sociales que no representan sino paliativos improvisados, como el tan mentado “Tekoporâ”.
En todo este contexto, la mujer es la parte más vulnerable del problema. Al no poder lidiar contra eso que afecta su calidad de vida y la de sus hijos, al chocar contra una cultura patriarcal que le crea obstáculos en el momento de tocar puertas en procura de soluciones a sus reclamos, al no poder organizarse como campesina e indígena porque hay discriminación, porque hay prejuicio, ignorancia o temor a las represalias, la mujer olvida su rol fundamental en la producción agrícola campesina. Nosotras sabemos, sin embargo, que no habrá verdadera reforma agraria integral sin la inclusión de la mujer dentro de los lineamientos generales que se pretendan desenvolver.
La reforma agraria que pretendemos sentará las bases para una sociedad diferente, en donde la soberanía alimentaria será uno de los pilares de mayor importancia.