Pueblos indígenas de Paraguay sobreviven ante la indiferencia del Estado
El 19 de abril de 1940 se reunió en México el Congreso Indigenista Interamericano, convocado por el entonces presidente de ese país, Lázaro Cárdenas, de ascendencia indígena. En conmemoración de ese importante evento donde líderes y lideresas de diferentes pueblos nativos de todo el continente se encontraron para debatir sus realidades, cada 19 de abril se recuerda “el día del indígena americano” o, como preferimos llamarlo los movimientos inclusivos, “el día de los pueblos indígenas”, un término más amplio y democrático.
Existen en Paraguay, según las estadísticas oficiales (2012), alrededor de 117.150 personas indígenas distribuidas en 19 pueblos que pertenecen a 5 grupos lingüísticos y que habitan en 13 departamentos del país, más el distrito capital. El nuestro es uno de los países donde persiste una fuerte presencia de comunidades indígenas con su cultura propia, su cosmovisión y, muchas de ellas, con su lengua autóctona. Desafortunadamente, viven a la vera del Estado. En el gobierno actual, según manifiesta Beatriz Rivarola, coordinadora general de Conamuri, la gran deuda que se tiene con los pueblos indígenas es la titulación de sus territorios ancestrales amenazados por el avance descontrolado del agronegocio y la ganadería extensiva.
En el actual contexto electoral, los principales candidatos presidenciables poco o nada han hablado, en el proceso de las campañas, acerca de si tienen o no propuestas para los pueblos indígenas. Al respecto, Beatriz Rivarola expresó que sencillamente no se acuerdan de ellos tal como el gobierno de Horacio Cartes, porque la situación en sus comunidades cada vez está peor y con muchas carencias. Si bien algunas zonas indígenas se han visto beneficiadas con la construcción de viviendas, existe la necesidad de profundizar el compromiso en cuanto a los derechos comunitarios y los servicios básicos, como ser provisión de agua corriente y energía eléctrica tanto a pueblos aborígenes de la región Oriental como de la Occidental.
Por su parte, Bernarda Pesoa, lideresa del Pueblo Qom de Cerrito (Chaco), señaló para Demoinfo que los desalojos y violaciones a derechos humanos de los indígenas han crecido en el último lustro. “Nuestros territorios sufren una disputa muy fuerte por parte de sojeros, ganaderos y otros empresarios, sobre todo extranjeros”. Denunció además que es notable el aumento de niños indígenas en estado de mendicidad en las calles de las principales ciudades del país, no solo Asunción, y que así también “hay más niñas y adolescentes explotadas sexualmente en las esquinas”. Madres solteras no acceden a la educación y es más difícil alcanzar la salud pública; el Estado no investiga ni hace seguimiento a los casos de violencia contra las mujeres indígenas, al decir de Bernarda. Sobre las leyes que fueron aprobadas por el gobierno, muchas de ellas no son aplicadas ni respetadas por las propias autoridades.
Si 5 años no fueron suficientes para mejorar las condiciones de vida de los pueblos indígenas, que adolecen de una pobreza extrema histórica, las expectativas con respecto a las elecciones del 22 de abril próximo no son muy grandes. Después del golpe de Estado de 2012, según Bernarda Pesoa, disminuyeron la soberanía territorial y la soberanía alimentaria de los pueblos indígenas y, en general, de todo el Paraguay.
Las mujeres indígenas integrantes de Conamuri
A los pueblos indígenas, bajo estas circunstancias, solo les queda organizarse para seguir resistiendo a los atropellos contra sus formas de vida. En ese sentido, Conamuri es una herramienta de lucha para las mujeres indígenas que emprenden un caminar junto a las campesinas desde hace más de 18 años para frenar la violencia, la discriminación y los avasallamientos a sus derechos humanos y comunitarios. No se pretende suplir las responsabilidades del Estado, ni se tienen las condiciones para ello, pero el gran aporte de una organización de mujeres de la clase trabajadora es la formación de conciencia, el reconocerse como sujetas que tienen derechos que les son arrebatados y que necesitan juntarse, debatir y accionar para recuperarlos.
La Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri es un conjunto de comités de base de hombres y mujeres constituido por una Dirección Nacional cuya estructura está integrada exclusivamente por mujeres, siendo el 50 % de ellas provenientes de pueblos indígenas, en igualdad de condiciones que las representantes campesinas.
Si bien los diferentes espacios políticos son ocupados por las mujeres campesinas e indígenas, éstas últimas cuentan con espacios propios dentro de la organización, como el Encuentro Nacional de Mujeres Indígenas de Conamuri, que ya lleva ocho ediciones, y la Escuela de Lideresas Indígenas “India Juliana”, de reciente conformación.