Manifiesto del #8MPy 2018
Este 8 de marzo, día internacional de la mujer trabajadora ¡el mundo tiembla! En Asunción, en Encarnación, en Ciudad del Este, en Hernandarias, Pilar y otras ciudades de Paraguay, levantamos nuestras voces y ponemos nuestros cuerpos.
Seguimos las raíces históricas de esta fecha, donde las mujeres obreras y las socialistas cambiaron el mundo. Hoy los feminismos siguen cambiando el mundo y se constituyen quizás en el principal movimiento que cuestiona las bases fundantes de las sociedades patriarcales, capitalistas, heteronormativas, colonialistas y racistas.
Hoy paramos NO para tener “las mismas condiciones que los hombres” dentro de este sistema. Paramos por un sistema que sea justo y humano para todas y todos, y también para la Tierra.
En Paraguay, este año electoral, recordamos no solo a quienes nos gobiernan –y quienes pretenden gobernarnos– que la pobreza y el desempleo nos afectan principalmente a las mujeres. Que las políticas de ajuste recaen sobre nuestros cuerpos, que estamos precarizadas y explotadas y que todavía nuestros lugares de trabajo, en el campo y la ciudad, son espacios de violencia, de injusticias y de exclusiones.
Somos invisibles para la mayoría de las políticas públicas y para la justicia.
El capital y el Estado se sostienen sobre nuestro trabajo reproductivo y de cuidado, el que hacemos casi en soledad, en todas las casas, con todas las hijas e hijos, y personas enfermas. Las responsabilidades familiares no son compartidas entre todas las personas integrantes de la familia. Las mujeres dedicamos 60 % de nuestro tiempo a labores no remuneradas en el hogar, que no incluye reconocimiento ni prestaciones.
Nosotras sostenemos el mundo.
En Paraguay todavía el 40 % de las mujeres trabajadoras no tenemos protección social. Seguimos ganando un 30 % menos que los hombres por igual trabajo y acceder a puestos de jerarquía superior nos lleva el triple de tiempo, aunque tengamos el mismo nivel de formación que un hombre. Las mujeres accedemos a menos contratos colectivos.
Todavía existen más de 40 mil niñas (y niños) de entre 9 a 14 años en situación de criadazgo en Paraguay.
La hipocresía social en torno a nuestros cuerpos y vidas es la constante. Se nos celebra y resalta como gloriosas, como madres, como abnegadas y todopoderosas. Nosotras sabemos que esta idealización es solo una forma más de naturalizar violencias y justificar las exclusiones que pasamos día a día.
No queremos ser valientes, no queremos ser kuña guapas. Queremos derechos.
Nosotras, mujeres, exigimos:
Que el Estado, desde el Ejecutivo y todos sus ministerios, el Legislativo, y el Poder Judicial, así como todas las gobernaciones y municipalidades, asuman su rol como garantes de derechos de una vida digna, libre de violencia y discriminación para todas las mujeres, niñas y adolescentes, en todo el país.
Servicios de salud gratuitos, de calidad, integrales, amigables y con enfoque de derecho para niñas, adolescentes y jóvenes, y en los que se acceda a métodos anticonceptivos e insumos generales para la atención. Exigimos los derechos laborales y posibilidades de capacitación para las trabajadoras/es de la salud.
Políticas públicas para la educación integral de la sexualidad con información científica, actualizada, laica, y sin ningún tipo de injerencias. Pedimos poder hablar de sexualidad, y sexualidad placentera con naturalidad, como base fundamental para la prevención del abuso sexual y los embarazos en niñas y adolescentes, la prevención de infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH. Exigimos mayor debate y preparación de toda la comunidad educativa.
Exigimos la visibilidad de las mujeres en la educación, en todos los ámbitos del conocimiento, como protagonistas y constructoras de la academia y el mundo del conocimiento. Queremos una educación que no discrimine y nos enseñe a ser autónomas, no sumisas. Exigimos la derogación de la resolución 29.664 de Riera que prohíbe la perspectiva de género en la educación.
Exigimos la libertad a decidir sobre nuestros cuerpos y la despenalización del aborto. Exigimos el cumplimiento de las normas de atención humanizada post-aborto.
Pedimos que se ponga fin a la violencia sexual, a los embarazos y las maternidades infantiles. Estas son formas de tortura.
Exigimos protocolos para las denuncias en casos de acoso sexual y laboral y que se tomen las medidas correspondientes, tal como lo establece la “Ley de protección integral a las mujeres contra toda forma de violencia”. Denunciamos también el no cumplimiento de las leyes que combaten la violencia y castigan a los agresores en general y en nuestros lugares de trabajo.
Exigimos el cumplimiento la Ley Nº 5508/15 “de promoción, protección de la maternidad y apoyo a la lactancia materna” y la Ley Nº 5115/13 y del Código Laboral, que prevén los permisos de maternidad, instalación de guarderías y otras garantías para el cuidado y desarrollo de las niñas y los niños.
Exigimos igualdad salarial y promoción laboral para acceder a los cargos de toma de decisión, además de acceso a la seguridad social y jubilaciones. Que las tercerizaciones no sean motivos para violar los derechos de las trabajadoras en cuanto a salarios, horas de trabajo, aguinaldo, antigüedad y seguridad social.
Exigimos el reconocimiento al trabajo de cuidado (doméstico, cuidado de niñas y niños, personas adultas mayores y personas dependientes).
Exigimos una red pública y nacional de cuidados que incluya lactarios, guarderías y ludotecas públicas de calidad, que permitan garantías de cuidado de las niñas y niños de trabajadoras/es y estudiantes.
Exigimos políticas públicas de hábitat y vivienda que tengan en cuenta las necesidades de las mujeres, donde todas las familias –en todas sus formas– puedan vivir con seguridad, paz y dignidad. Así como una Ley de Alquiler, que ponga freno a la mercantilización de este derecho.
Exigimos la transformación radical de la justicia patriarcal, capitalista, racista y heterosexual, cis, xenófoba, misógina y transfóbica.
Exigimos paridad en todos los espacios de representación política, para garantizar la defensa de los derechos de las mujeres y la construcción de espacios políticos democráticos.
Exigimos vivir en un ambiente limpio y libre de contaminación, que los residuos en las ciudades sean tratados apropiadamente, que nuestras zonas protegidas sean respetadas en especial por las grandes empresas, que deforestan, despojan a las más vulnerables de sus hogares y eliminan sus desechos en nuestras aguas.
Como mujeres nos reconocemos en la lucha de nuestras compañeras, entendemos que vivimos violencias específicas y luchamos contra todas ellas. Estamos unidas en la diversidad. Por ello:
Las bañadenses exigimos respeto a las trabajadoras de Cateura, el cese de la discriminación y criminalización de las y los bañadenses. Ya no queremos inundaciones, por eso exigimos la Defensa Costera.
Las lesbianas exigimos que se termine la discriminación laboral y el acoso sexual multiplicado por ser lesbianas. Que se terminen los prejuicios contra las docentes lesbianas. El fin de la explotación laboral de las mujeres privadas de libertad (incluidas las lesbianas que ni siquiera tienen acceso a la visita íntima).
Las periodistas exigimos que no haya discriminación en la designación para coberturas. Las mujeres pueden desempeñarse como fotógrafas, camarógrafas, periodistas de las diversas áreas como locales, economía y política.
Las trabajadoras sexuales paramos porque ya no queremos violencia institucional. Paramos por los feminicidios de nuestras compañeras trabajadoras sexuales. Reivindicamos nuestro trabajo como un derecho laboral, exigiendo el respeto de nuestros derechos como mujeres autónomas.
Las mujeres migrantes exigimos al Estado acuerdos internacionales y políticas gubernamentales que nos protejan. Migrar no es un delito, y votar en el extranjero por un Paraguay mejor es nuestro derecho.
Las universitarias exigimos mayor representación en los espacios gremiales, no discriminación a las estudiantes madres, a mujeres que cursan carreras tradicionalmente masculinas, guarderías en las universidades y el fin de la impunidad de los docentes y estudiantes acosadores, a través de la implementación de protocolos de investigación de casos de acoso sexual.
Las mujeres trabajadoras con trastornos mentales de “alto funcionamiento” y las que se encuentran impedidas para trabajar exigimos visibilidad. Que el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social trabaje de manera conjunta con el Ministerio de Salud y Bienestar Social para asegurarnos un ambiente de trabajo sano en el que no salgamos más enfermas y perjudicadas. Exigimos políticas de salud mental.
Las adolescentes y jóvenes reivindicamos nuestra participación protagónica y diversa en espacios de elaboración de políticas públicas para la educación integral de la sexualidad con enfoque de derechos, género y diversidad, sin injerencia de grupos religiosos, respetando el Estado Laico establecido en la Constitución Nacional.
Las mujeres jóvenes en situación de pobreza reclamamos que la falta de oportunidades, la falta de empleo, el machismo, el patriarcado, la complicidad policial y estatal nos expone a la trata y la explotación sexual. Erradiquemos el criadazgo.
Las mujeres trans exigimos el respeto, la inclusión, el reconocimiento y la defensa de los derechos humanos de las personas. Exigimos justicia por los crímenes de odio. Exigimos una ley contra toda forma de discriminación y una ley de identidad de género. Exigimos políticas públicas que incluyan a las personas trans.
Las trabajadoras domésticas exigimos que termine la discriminación en la propia ley. Merecemos salario mínimo legal vigente y denunciamos que recién en el 2015 accedimos al derecho a la jubilación, como cualquier otro tipo de trabajo.
Las sindicalistas exigimos fin a persecución sindical. Basta de obstruir el reconocimiento, conformación y creación de sindicatos por parte de la Patronal y el Ministerio del Trabajo. No más precarización de las condiciones de trabajo.
Las mujeres campesinas denunciamos la persecución y la criminalización del Estado en la lucha por nuestros derechos. Nos expulsan de nuestras tierras con violencia y nos juzgan y condenan por buscar un lugar donde vivir y producir. No somos reconocidas como agricultoras aunque seamos quienes sembramos, cosechamos y resguardamos las semillas nativas. Exigimos justicia por Guahory y Marinakue.
Las mujeres indígenas exigimos el fin del desarraigo, el abuso y la explotación en las estancias. Exigimos el reconocimiento y devolución de nuestras tierras ancestrales, el respeto a nuestros saberes y nuestras capacidades de cuidar la tierra.
Las mujeres deportistas reclamamos visibilidad, nuestros méritos no son reconocidos por los medios de comunicación y la sociedad. No importa cuánto éxito obtengamos, nunca se resalta como los logros de los compañeros deportistas. El deporte ayuda a las mujeres a luchar contra la violencia y a inspirar el cambio ¡Nosotras queremos ser inspiración! ¡Nosotras queremos el cambio!
Estamos construyendo feminismos plurales y debates, desde el feminismo de clase, el feminismo comunitario, desde todos los feminismos transformadores de la sociedad y de las relaciones sociales de producción.
Marchamos por la unidad de las mujeres trabajadoras del campo y la ciudad, contra el capitalismo patriarcal.
La fuerza de nuestra lucha crece a lo largo de la historia. Si estamos ahora en la calle es porque otras estuvieron antes. Nuestra lucha feminista tiene más de 100 años en el Paraguay, recordemos a Ramona Ferreira, feminista anticlerical, que en 1902 desde su periódico “La voz del siglo” hablaba de nosotras hoy aquí. Así como Serafina Dávalos, en 1907, le susurraba a la historia con voz firme que la maternidad no debe ser obligatoria. Desde ese Centro Feminista Paraguayo, allá en 1920 hasta hoy, con Eulalia, Mercedes, Chana, con María, con la memoria de India Juliana, peleamos por nuestras vidas y por sociedades más justas. Nos enfrentamos a la Dictadura. No olvidamos y todavía esperamos Justicia y Reparación.
Hoy todas las mujeres, incluso las que se oponen a nosotras, viven los derechos que los feminismos conquistaron. No queremos agradecimientos. El reconocimiento nos da la historia.
Acá estamos las herederas de las primeras y valientes feministas, y seguimos la lucha. Nuestra fuerza transforma vidas y sociedades. Nuestras voces ya no se callan y se multiplican.
Queremos cambiar el mundo y el mundo está cambiando por nosotras.
¡Vivan las mujeres en toda su diversidad!
¡Vivan los feminismos del Paraguay y del mundo!
¡Vivas, libres y con todos los derechos nos queremos!
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La foto es de @Fotociclo