La codicia se enseñorea de las rutas del país
El sábado 1 de febrero, alrededor de las 17 horas, ocurrió un accidente sobre la Ruta X a la altura del Cruce 6.000, en el distrito de Guayaibí (San Pedro). Los protagonistas: un camión transportador de soja transgénica y dos camionetas particulares; una de ellas llevaba a las compañeras de Conamuri y la CLOC-Vía Campesina rumbo a Curuguaty, acompañadas del abogado Abel Areco.
El camión, con chapa ALK 824 de la empresa paraguaya de transporte nacional e internacional Pablino Cuevas, iba chorreando la oleaginosa por su exceso de cargamento. El peso del vehículo hizo que se pinchara una rueda y la soja se desparramó como cascada sobre la camioneta, propiedad de Conamuri, que terminó golpeando a otra que venía atrás, la cual quedó muy maltrecha.
Cuando el propietario de las semillas transgénicas se acercó, no tuvo la consideración de preguntar siquiera si alguna persona había resultado herida o si hubo consecuencias irreparables. Más bien se preocupó por la pérdida millonaria que había sufrido, lo que no se compara ni por asomo con los daños que el agronegocio ocasiona al país.
Algunos lugareños llevaron el producto transgénico esparcido sobre el asfalto en pequeñas bolsas o baldes, seguramente para consumo de sus animales domésticos, empujados por la necesidad y por la ignorancia acerca del grave perjuicio que pueden ocasionar a sus animales, dándoles de comer ese producto quizás recientemente rociado con una gran cantidad de agrotóxicos.
El agente de la Policía Caminera que tomó nota del accidente y acompañó el procedimiento aconsejó a las mujeres “no buscar la quinta pata al gato”, en velada referencia a dejar las cosas como estaban, buscando desalentar inminentes acciones judiciales en contra del responsable por el vehículo y la carga.
Para la dirigente campesina, Alicia Amarilla, se trató de una desgracia con suerte y de la que se pueden extraer algunas reflexiones que compartimos a continuación:
Los daños que ocasiona el modelo sojero alcanzan inclusive a atentar contra la vida en las rutas, por la imprudencia y la irresponsabilidad de los propietarios del cargamento, por cuya codicia sin límites los choferes se ven obligados a trasladarse infringiendo normas viales y arriesgando eventualmente la integridad de las personas.
Hay que recalcar que no es la primera vez que ocurre este tipo de accidentes: solo ayer los medios informaban acerca del vuelco de un vehículo transportador de granos a la altura de Itá, sobre Acceso Sur, en horas de la mañana.
Las rutas del país son utilizadas por los sojeros y demás reyes del agronegocio ocasionando deterioros que no compensan con el escaso impuesto que abonan al Estado. A su vez, la complicidad del Ministerio de Obras Públicas permite a las grandes compañías de transporte cargar los camiones tanto como puedan, con lo que dan pie a los accidentes de esta naturaleza.