Escuela de Formación Política de las Mujeres de Conamuri
Los espacios formativos son momentos de encuentro donde nos vemos, intercambiamos palabras, experiencias de nuestras comunidades y territorios, donde nos comunicamos con miradas, abrazos y construimos con trabajo, compromiso militante, resistencia y alegría la identidad de nuestra organización.
Formarnos es transformarnos. Ese es el principal desafío de los encuentros formativos, pasito a pasito, encuentro a encuentro, trabajo a trabajo, despojarnos de todo lo que el sistema capitalista pretende hacer con nuestra fuerza de trabajo, con nuestro tiempo, que es nuestra vida misma, y con la apropiación y destrucción de la naturaleza para la acumulación de riquezas en manos de unos pocos. Formarnos es mirarnos, mimarnos y amarnos mucho.
Resignificar nuestras relaciones con las demás personas, para soñar y vivir juntos y juntas nuevas formas de ser felices, respetándonos en nuestras diferencias, en armonía con la naturaleza, en una sociedad justa donde los derechos no sean un lujo y la violencia no esté naturalizada.
Cada espacio formativo es un encuentro con nuestra organización, con su mística y los sueños que soñamos juntas: vidas libres de violencias y explotaciones. Convocadas y hermanadas para construir juntas, con el ejemplo de tantas mujeres, como Soledad Barrett, la India Juliana y de nuestra compañera Berta Cáceres, que antes de que le arrebataran la vida ya nos anunciaba que venceríamos. Mujeres que están sembradas en nuestras luchas y que nos comprometen a seguir hasta vencer. Venceremos, vencemos cada día, compañeras, haciendo ese lento e importante trabajo de hormigas. De hormiguitas pequeñas, trabajadoras, en movimiento constante, que se mueven juntas porque juntas son fuertes.
Entonces tiembla ese perverso monstruo capitalista, tiembla ese horrible y violento monstruo patriarcal.
Formarnos es asumir conscientemente el compromiso con esta lucha y compartir nuestros conocimientos.
Aprender de los aportes de ña Silvia Federeci y de ña Marcela Lagarde que nos permiten entender cuán importante es para el sistema que nuestro trabajo de mujeres sea negado e invisibilizado y que nuestros cuerpos sean usados para seguir reproduciendo fuerza de trabajo para el capital y para la guerra.
Se comienzan a escuchar las primeras voces, ya no hay silencio, hemos comenzado a andar juntas y lo seguiremos haciendo durante un largo tiempo, tiempo que compartiremos en la Escuela de Formación Política e Ideológica de Pytyvõhára.
Y ya recibimos con alegría a las y los jóvenes que se preparan para la apertura de la Escuela de Agroecología.
Somos sembradoras y sembradores de esperanzas, trabajadoras y trabajadores de la tierra en resistencia, mujeres, hombres, niños y niñas defendiendo la vida.
Cosecharemos los frutos de la tierra y construiremos día a día ese mundo justo, socialista y feminista que soñamos».