El dolor del campesinado
Posicionamiento del Congreso Democrático del Pueblo (CDP)
La crisis en el campo, el problema campesino, la situación del pequeño productor, el problema en el campo; como se lo quiera llamar, es un problema de años, de décadas, que cada vez empeora más. Para hacer un recuento, no hace falta ir muy lejos porque en general hay similitud en la aplicación de las políticas de Estado para el campo en el Paraguay.
La política clientelar del stronismo posibilitó, por ejemplo, que la tierra pasara a manos de personas que nada tenían que ver con los legítimos sujetos de la reforma agraria. Así regaló miles de hectáreas de tierra malhabida a los amigos del régimen, especialmente militares. La tiranía stronista, que se encargó de perseguir, apresar, torturar, asesinar, confiscar y desaparecer a luchadoras y luchadores, entre ellos muchas campesinas y campesinos. Las Ligas Agrarias son un testimonio.
En el periodo posterior a la tiranía stronista, no existió Gobierno de turno, ni autoridades nacionales del Parlamento ni Poder Judicial, que se ocuparan en realidad sobre el problema campesino.
Con el correr de los años, las comunidades campesinas e indígenas fueron brutalmente atacadas para expulsarlas de sus tierras y así fomentar la ya elevada concentración de la misma en manos de cada vez menos latifundistas. La pequeña productora y el pequeño productor no tienen protección para asegurar mercado, no tienen garantía de sus precios, no están protegidos ante los problemas climáticos, están absorbidos por créditos usurarios, acechados por agroexportadores, amenazados con remates a sus medios de producción, castigados con envenenamientos por fumigaciones, marginados del derecho a la educación y a la salud, con sus semillas nativas enajenadas e hipotecadas. Estas son algunas de las tantas situaciones que constituyen la realidad de cientos de miles de familias paraguayas campesinas, que deben de soportar día tras día, mes tras mes, año tras año.
Y si, por si acaso, se elaboraran desde el sector campesino proyectos que auténticamente fomenten el desarrollo nacional, la soberanía, la producción primaria y su industrialización, los Gobiernos de turno y sus gabinetes, los parlamentarios, los cajonean y guardan en el olvido.
Como CDP nos relacionamos y trabajamos desde el pueblo y con el pueblo, para que estos tiempos sirvan para desenmascarar a los oportunistas, a quienes se enriquecen con la necesidad de los pobres, a aquellas y aquellos que utilizan políticamente para sus intereses personales, grupales o partidarios el dolor del campesinado y sus necesidades.
Ante estas situaciones, el Congreso Democrático del Pueblo manifiesta cuanto sigue:
1. El repudio al veto de Horacio Cartes, que con ese hecho sigue acumulando en su haber la suficiente claridad de que realmente es un presidente antinacional y antipopular, y que está en ese cargo para hacer realidad la consigna “todo para los ricos, nada para los pobres”. Utiliza términos demagógicos y análisis mentirosos, con lo cual cada vez más se evidencia de que en realidad no está interesado en solucionar el problema de la mayoría.
2. Insistimos en que es el momento de abandonar a los politiqueros y construir una fuerza propia que construya poder popular, recuperando la confianza en nuestras propias fuerzas, en la fuerza del campesinado y de la clase trabajadora del campo y la ciudad. Es el momento de identificar a quienes realizan promesas y engañan al pueblo con fines exclusivamente electoralistas para luego continuar en la senda del acomodamiento y el pacto con los verdugos de nuestra patria.
3. Instamos al campesinado paraguayo, a los sectores democráticos, a las personas honestas, patrióticas, transparentes, a que sigamos caminando por la senda de la búsqueda incansable de la democracia, la justicia, la distribución de la riqueza, hasta conquistar un Paraguay libre y soberano, dirigido por quienes verdaderamente producen las riquezas y son la inmensa mayoría de nuestro país.