Curuguaty: memoria dolorosa y urgente
Comunicado
Se cumple el 5° aniversario de la masacre de Curuguaty. Cinco años de heridas todavía supurantes merced a un golpe de Estado que truncó un proceso por el cual la sociedad paraguaya empezaba a involucrarse protagónicamente en los asuntos públicos. Un lustro de injusticias para los sin tierras de Marinakue que vieron sus sueños ser sepultados aquel 15 de junio de 2012 tras las detonaciones de armas automáticas.
En este aniversario, la memoria se detiene para mirar el camino andado, uno construido con el apoyo de muchas organizaciones, articulaciones, colectivos nacionales e internacionales, y también individualidades, que se han conmovido y solidarizado ante la certeza del absurdo que constituye todo el proceso judicial que llevó a la condena a 11 campesinos y campesinas y ningún solo oficial de la Policía siquiera investigado.
Familiares, sobrevivientes, presas y presos políticos y los gremios de acompañamiento han sabido gritar por todo el orbe en el nombre de la justicia y la razón, han sabido acusar con fuerza a los detentores del poder real que se esconden entre siembras artificiales, en los montes pelados, o bien allende las fronteras patrias o enclavados en el pasado reciente y nunca muerto: esa oligarquía escondida en tierras arrasadas por la dictadura del latifundio, y estamos hablando de al menos 8 millones de hectáreas de tierras malhabidas.
Desde la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri queremos hoy recordar que las víctimas no fueron solo 17 personas: la lista se engrosa con el dirigente Vidal Vega, cuyo asesinato sigue latiendo impunemente; con la madre del joven campesino caído Luciano Ortega, doña Dominga Mora, quien murió de cáncer poco más de tres años después de la tragedia que enlutara el resto de sus días. Víctimas no mortales son también las viudas y sus hijos e hijas que no encuentran consuelo ante tanta barbarie, atropellos, tanta locura, ambición y desigualdad social. Víctima, igualmente, es la propia comunidad de Marinakue, ya que sobre ella se urdió un plan macabro para devastar los lazos familiares que daban sustento al reclamo colectivo de las tierras usurpadas por los Riquelme.
No podemos olvidar las balas que no rindieron cuenta, el silencio del helicóptero, las banderas negras allí donde estaba incrustada la esperanza, las huelgas de hambre, los nacimientos que se han dado en el cautiverio de madres presas, los encadenamientos frente al hospital militar, los desmayos en sala de juicio, la azada que esperó junto a la semilla recién plantada, el futuro negado a todo un país.
Tampoco olvidamos, ni por un segundo, que los asomos de una primavera democrática se cortaron con la reacción desproporcionada de las fuerzas represivas en Marinakue, en el marco de la criminalización de la lucha por la tierra y el terrorismo de Estado que obstruyó todo el tiempo el procedimiento judicial.
Recordamos todo esto no solo como ejercicio de la memoria sino más bien como una renovación del compromiso que hemos asumido con la causa Marinakue, la cual no descansaremos hasta verla coronada por el alcance de la justicia, por la adquisición de las tierras y por el sello de la libertad.
¡Por Justicia, Tierra y Libertad!
Marinakue, Pueblo Mba’e!