Con presencia de los socios productores, llegados desde Edelira km 47 en Itapúa, la Asociación de la Agricultura Agroecológica del Paraguay invita a la presentación de la nueva partida de yerba mate agroecológica Oñoirũ, edición 2021, a realizarse en fecha 27 de febrero de 2021 a las 17 hs., en el marco del Día Nacional del Tereré. La actividad tendrá lugar en El Granel, Juan de Salazar 372 entre Artigas y San José, Asunción.
“Semilla Róga” (la Casa de las Semillas) es una iniciativa de la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri que recientemente fue premiada, junto a otros cuatro emprendimientos colectivos, por el Concurso Comunitario de Innovación Social “Moirũ”.
Ubicada en el distrito de Repatriación (Caaguazú) y en funciones desde el año 2010, este espacio es un verdadero laboratorio vivo donde las comunidades campesinas e indígenas, sobre todo las y los jóvenes que participan de la Escuela de Agroecología de Conamuri, realizan tareas de producción con enfoque agroecológico a partir de la conservación y multiplicación de las semillas nativas y criollas.
La iniciativa surge en el marco de la campaña por la defensa y multiplicación de las semillas, cuando la juventud involucrada resolvió que era necesario contar con un espacio físico donde guardar las semillas hasta su reproducción y distribución a las familias agricultoras.
Actualmente, las semillas se encuentran en las fincas para su reproducción y para alimentar a las comunidades. Se trata de legumbres, tubérculos, hortalizas, frutales, hierbas medicinales y también abono verde para la recuperación del suelo. Estamos en un momento en que se empieza a dar una mayor importancia a la producción orgánica y agroecológica para preservar la salud y esa consciencia se está generalizando.
Con el estímulo obtenido por el concurso social, se espera involucrar a 17 familias que producirán, sobre todo, abono verde para la comercialización, además de contar con un sitio virtual para la venta de otros productos, como ser leche, queso, carne, etc., a un público mayor.
“Moirũ” es un concurso organizado por la Comisión ODS Paraguay conjuntamente con el Laboratorio de Aceleración del PNUD y la Estrategia Nacional de Innovación a través de la plataforma articuladora Wendá, que dotará con 5.000 USD a las iniciativas ganadoras para desarrollar su proyecto en la búsqueda de alcanzar sus objetivos.
Desde la Plataforma Social de Derechos Humanos, Memoria y Democracia.
Nos dirigimos a la opinión pública nacional e internacional para expresar nuestro repudio a la condena de 20 años de prisión al dirigente campesino Genaro Meza, la Fiscalía no pudo probar ninguna de sus acusaciones y los testimonios de los testigos pudieron establecer claramente la inocencia del compañero Genaro Meza.
Como Plataforma Social de Derechos Humanos, Memoria y Democracia hacemos un llamado a las organizaciones sociales y activistas que luchan por la defensa de los derechos humanos a rechazar este atropello del aparato fiscal y judicial que una vez más muestra ser instrumento para la continuidad del estronismo y la criminalización de las luchas sociales en nuestro país.
Los que creen ser dueños del Paraguay y utilizan todos los medios del Estado para amedrentar y violar los derechos de los luchadores sociales, no podrán en tanto nos unamos a la causa de liberación de todos los presos políticos.
Nuestra solidaridad con el compañero Genaro Meza, con su familia y con su organización social y política ante esta infamia de aquellos que nunca se han ido y continúan impunemente sometiendo a personas inocentes.
En el marco del día mundial de la lucha contra los agrotóxicos y por la vida, la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri tiene el agrado de invitar al lanzamiento del libro “Los agrotóxicos matan: Memoria del caso Silvino Talavera”, a realizarse en forma virtual desde el Facebook Live de Conamuri Paraguay el día jueves 3 de diciembre a las 16 horas.
Lideresa del Pueblo Qom reflexiona sobre la soberanía alimentaria durante evento organizado por estudiantes de Ecología Humana
En el marco del Día Mundial de la Alimentación, la Carrera de Ingeniería en Ecología Humana de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Asunción organizó un conversatorio que contó con la participación de Bernarda Pesoa, lideresa de la comunidad Santa Rosa del Pueblo Qom, ubicada en el Bajo Chaco. Integrante de la Organización Conamuri y defensora ambiental, Pesoa ofreció una charla titulada «La situación de la alimentación en Paraguay: una mirada desde las organizaciones sociales».
Durante su intervención, Pesoa reflexionó sobre los desafíos de la soberanía alimentaria en Paraguay, denunciando la falta de apoyo gubernamental hacia la producción agroecológica y la excesiva dependencia de productos importados. La lideresa señaló que la crisis provocada por la pandemia de covid-19 puso en evidencia la vulnerabilidad del sistema alimentario nacional, resaltando el papel clave de las mujeres rurales y campesinas para garantizar la alimentación en sus comunidades a través de ollas populares.
“El gobierno nunca ha valorado la producción nacional agroecológica, a pesar de que la pandemia ofrece una oportunidad única para apoyar la agricultura campesina”, afirmó Pesoa. En este sentido, destacó los esfuerzos de los comités de mujeres rurales para asegurar la alimentación en los barrios y asentamientos durante los momentos más fuertes de la crisis. “Las mujeres hemos hecho que ninguna persona quedara sin comer, pero esto no se visibiliza ni se valora”, subrayó.
Pesoa también alertó sobre los riesgos asociados a una alimentación basada en productos ultraprocesados y con altos contenidos de conservantes, que se ha convertido en la norma en muchas comunidades. “Estamos comiendo mal, y eso enferma nuestros cuerpos. La soberanía alimentaria no es solo una política de producción de alimentos, también es una política de salud”, enfatizó.
En su charla, Pesoa abordó la necesidad de fortalecer la producción agroecológica y orgánica, el rol de las mujeres campesinas e indígenas como productoras esenciales y la urgencia de un cambio de enfoque en las políticas alimentarias del país. Además, criticó el modelo agroexportador que promueven las universidades y que, a su juicio, no fomenta una verdadera valoración de la producción local y sostenible.
Este conversatorio, organizado por estudiantes de Ecología Humana, ofreció un espacio de reflexión sobre la alimentación como un acto político que incide directamente en la salud, la economía y la cultura de los pueblos. Las organizaciones sociales, como Conamuri y la Vía Campesina, continúan abogando por un sistema alimentario más justo y sostenible, en el que la soberanía alimentaria sea reconocida como un derecho fundamental.
Conmemoramos hoy 21 de septiembre una lucha cada vez más dura que enfrentamos en los territorios: la que hace frente a los árboles industriales que se afanan por engañar a la población al reemplazar los bosques nativos y terminan destruyendo la biodiversidad.
Sirva esta fecha para actualizar el caso de las comunidades Qom de Cerrito, que han detectado la violación del derecho a la consulta libre, previa e informada, por cuya consecuencia se verían afectados bienes comunes tan importantes como la tierra y el agua. El proyecto extractivista de la Fundación Paraguaya continúa deforestando el territorio Qom para la plantación de eucaliptos, la cual fue suspendida tras una manifestación realizada por la población mayoritaria de las aldeas Qom y las denuncias ante instituciones afines al cuidado ambiental y la protección a los pueblos indígenas.
Así se denomina el panel-debate de organizaciones de la sociedad civil que tendrá lugar el martes 15 de septiembre a partir de las 15 horas. El mismo se realizará a través de la plataforma Teams, en el siguiente enlace: https://bit.ly/2Zpj8gh.
Disertarán en la ocasión representantes de la Federación por la Autodeterminación de los Pueblos Indígenas (FAPI), el Instituto de Derecho y Economía Ambiental (IDEA), la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri, la Federación de Entidades Vecinalistas del Paraguay (FEDEM), así como también del área Ambiente y Participación Ciudadana, de la Contraloría General de la República, institución organizadora del espacio.
Desde la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri, en relación al asesinato de dos niñas por efectivos de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) en Yby Ya’u, departamento de Concepción, manifestamos lo siguiente:
Queremos saber qué ocurrió en Yby Ya’u, exigimos una investigación imparcial que arroje luz sobre los acontecimientos que tuvieron lugar el 2 de septiembre de 2020.
Por cuarto año consecutivo, las mujeres del asentamiento Limoy II del distrito de Minga Porã, en el departamento de Alto Paraná, realizaron el 29 de agosto pasado el “Gran Festival de Comidas”, en el marco de la semana del folclore, que fue el 22.
Este evento cultural tiene por objetivo recuperar recetas culinarias auténticas y saberes tradicionales en el ámbito gastronómico y desde la promoción del derecho a la alimentación y la soberanía alimentaria.
“Sabemos que hoy en nuestro departamento lamentablemente se están perdiendo los conocimientos de cocina, lo que nuestras abuelas cocinaban y el proceso de preparación, los ingredientes, los sabores, los olores, todo estamos olvidando por la comodidad que ofrecen los locales de comida rápida y el ritmo de vida que llevamos”, dijo al respecto la referente comunitaria Hilda Santacruz, lideresa de la Organización Conamuri y concejala municipal. Añadió que la influencia de la industria alimenticia es también una de las causantes de la fuga de estos saberes al ofrecer al consumidor productos procesados y que requieren de un tiempo menor de cocción, lo que de alguna forma resulta práctico y utilitario para la sociedad actual.
Recuperación de recetas
Haciendo un recuento de las cuatro ediciones, Santacruz manifestó que en la primera ocasión se presentaron 60 tipos de comida, incluyendo postres, y que este año hubo 120 platos diferentes, pero que debido a la pandemia por la Covid-19 no se pudo compartir como años anteriores con la comunidad, “así que la gente se sometió al protocolo de salud y fue a retirar sus alimentos previamente diligenciándose vía WhatsApp”, detalló, además de que habilitaron dos números para envío a domicilio.
En el interés de rescatar las recetas antiguas y, sobre todo, darlas a conocer a los jóvenes, este año destacaron sobre la mesa el rora kyra, pajagua mascada, vori-vori, y entre los postres el mbaipy he’ê (polenta dulce) de miel negra y la kaguyjy (mazamorra).
Si bien la situación del confinamiento sanitario impidió que las personas participaran de un verdadero encuentro de sabores y aromas, como en años anteriores, de todas formas, es necesario recalcar la iniciativa de las mujeres asociadas a los comités que articulan con Conamuri, una organización de mujeres campesinas e indígenas con presencia en varios distritos del país. “Esta vez fuimos alrededor de 60 personas involucradas en la preparación de los platos, las mujeres nos juntamos sin ningún otro apoyo que el de Conamuri y con autogestión sacamos adelante un lindo festival, pese a todo”, finalizó la lideresa comunitaria.
La agroecología es, en esencia, un modo de vida que rescata prácticas y técnicas desarrolladas por los pueblos indígenas y campesinos en su relación con la naturaleza para la producción de alimentos y el cuidado del suelo. La Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri, fundada en 1999, es pionera en nuestro país en la lucha por la agroecología y, en ese sentido, entre las acciones que desarrolla en el marco de sus luchas sociales, se encuentra la Escuela de Agroecología que llevan adelante en el marco de la promoción de la Soberanía Alimentaria, ideal de los pueblos que establece el derecho de definir sus propias políticas agrarias y alimentarias frente a terceros países. La coordinadora nacional, Alicia Amarilla, nos habla más al respecto.
¿Qué es la Escuela de Agroecología de Conamuri?
La Escuela de Agroecología surge de la Campaña por la Soberanía Alimentaria que empezó en el año 2009. En Conamuri asumimos este camino partiendo de la publicación de dos cartillas históricas, una sobre la importancia de las semillas nativas y criollas y otra sobre «Semilla Róga», el espacio donde hacemos la conservación y multiplicación de las semillas. En ambos materiales planteábamos las luchas que hasta hoy identifican a nuestra organización, el rescate de saberes ancestrales y el conocimiento empírico sobre las plantas medicinales, el cuidado del suelo, la producción sin agroquímicos y con enfoque agroecológico. El lema que resumía esas acciones era Ñañemitỹ oĩ haguã tekokatu.
Ya en el año 2006 empezamos con un primer grupo de vocería de jóvenes, que eran quienes promovían la Campaña en sus comunidades. Esto continuó hasta 2010, cuando se fundó «Semilla Róga» en Santory, Repatriación (Caaguazú). Desde ahí comenzamos a construir el proceso de la Escuela, fortaleciendo la formación teórica y práctica, construyendo la metodología del proceso pedagógico, mientras trabajábamos también en un proyecto de ley de defensa del maíz criollo y otro sobre semillas nativas. Años de ricos debates dieron como resultado la creación de la Escuela de Agroecología en el local de «Semilla Róga».
En cuanto a la organización de la Escuela, aplicamos el método de la educación popular y tenemos muy presente la mística propia de nuestro movimiento social; partimos de la realidad de cada región para generar el debate del que saldrán los conocimientos colectivos. Es importante que las mujeres politicen su trabajo para construir la base fundamental de la lucha contra el patriarcado a partir del conocimiento sobre medicina natural, la elaboración de alimentos típicos, la artesanía, el tejido, lo que se aprende en la universidad de la vida. Por esa razón, hacemos hincapié en los temas transversales como la igualdad de género y la comunicación popular. La temática que desarrollamos tiene que ver con la capacitación técnico-científica en cuanto a la biodiversidad, asociación de cultivos, tipos de suelo, etc., pero también abordamos la formación política con temas como el feminismo campesino y popular y otros.
¿Por qué es importante que la juventud campesina aprenda agroecología?
La Escuela está dirigida a hijas e hijos de familias campesinas e indígenas que son integrantes de Conamuri, allí se forman en saberes técnicos, científicos, y saberes rescatados del pueblo, los saberes ancestrales y el arandu ka’aty. Para valorar el trabajo de las mujeres en la agricultura campesina e indígena, ese trabajo que es invisibilizado, que en el proceso de producción en gran porcentaje corresponde a la mujer, la recuperación y conservación de las semillas, los saberes prácticos aplicados en la producción, los ciclos lunares, qué plantas cosechar o no según las observaciones de la luna o las estaciones, eso se aprende en la Escuela. La Agroecología es más que nada saber observar, uno tras otro surgen los experimentos, no hay fórmulas concretas, se hace asociación de ideas, se procede de acuerdo al tipo de suelo. La agroecología enseña a plantar abono verde y a recuperar el suelo.
Son técnicas rescatadas de la historia de la agricultura campesina e indígena que la juventud de hoy ya no conoce, entonces lo que hace la Escuela es afianzar estos procesos de rescate, promover la relación amigable con la naturaleza, el amor a la tierra, a la identidad campesina e indígena y la producción de alimentos saludables. Los jóvenes, varones y mujeres, llevan esas técnicas y prácticas a su finca para posicionarse por el arraigo, la identidad con el territorio y la cultura y, sobre todo, para producir sin uso de agroquímicos. Este es el trabajo minucioso que hace la Escuela, producir y comercializar con enfoque agroecológico y desde la economía solidaria y evitar el desarraigo de la juventud. Este logro se refleja en al menos tres o cuatro familias cada año y es una conquista del campesinado frente al modelo agroexportador que expulsa y despoja a las comunidades rurales. Es fundamental que las familias campesinas e indígenas continúen en su territorio porque de lo contrario están destinados a la desaparición.
En el marco de la pandemia no podemos hacer los encuentros mensuales de la Escuela de Agroecología, entonces implementamos los videos cortos que les hacemos llegar por WhatsApp a seis comunidades este año, y también compartimos en las redes sociales. Allí abordamos diferentes contenidos que son propios de las clases prácticas de la Escuela, cómo preparar almácigo, cómo hacer cobertura vegetal, asociación de cultivos, siembra en almácigo, elaboración de compostera, preparar biofertilizante casero, rotación de cultivos, la importancia de la huerta en la finca familiar, entre otros.
A propósito de la pandemia, ¿por qué considera que aumentó el interés de tener una huerta en casa estos últimos meses?
En este tiempo de vivir en modo Covid-19, el único sector que parece no haber disminuido sus funciones es la agricultura. Celebramos desde Conamuri, una organización de mujeres campesinas e indígenas, que mucha gente esté procurando tener sus huertas en algún rincón de su patio, trabajar y recuperar la tierra para producir sus propios alimentos en medio de la crisis global. Con esta situación hay una feroz especulación económica, aumentó bastante el costo de la canasta familiar básica y de alguna forma se instaló en la población urbana la idea de que consumir productos transgénicos hace daño a la salud. La gente busca alimentos sanos y para nosotras esta es una reacción a la crisis que estamos viviendo. En vez de comprar hortalizas con agrotóxicos o alimentos ultra procesados, la gente se está volcando a la recuperación de saberes sobre producción, que de alguna forma todos los paraguayos y las paraguayas tenemos por nuestro origen rural en gran mayoría. En el campo, la gente se inclina por la producción comunitaria porque las familias crecen y la tierra escasea. Ahora también hay un gran flujo de migrantes que están retornando de a poco, no fueron sujetos de derechos en el extranjero por su condición de indocumentados y vuelven en extrema pobreza, lo poco que tienen de tierra la destinan a crear una huerta. Por eso, la costumbre de cultivar la tierra no se perdió en Paraguay, son formas de producir que aprendimos en la niñez, ahora se pone en práctica para contar con algo qué comer.