El sábado 14 de septiembre, la Escuela de Agroecología de Conamuri llevó a cabo una exitosa Jornada de Agroecología en la Finca de Francisco Prieto, situada en la comunidad de Santory, en el distrito de Repatriación, departamento de Caaguazú. Este encuentro se desarrolló en un contexto de creciente preocupación por la amenaza inminente de la plantación de soja transgénica en terrenos adyacentes, lo que motivó a la comunidad a mantenerse unida y movilizada en defensa de su territorio.
La jornada no solo fue una instancia de aprendizaje práctico y teórico, sino también una manifestación de solidaridad con aquellas y aquellos que luchan por preservar un entorno libre de agrotóxicos. La comunidad de Santory, históricamente comprometida con la agroecología y la defensa del medio ambiente, busca proteger su salud y la de su ecosistema frente a las imposiciones del modelo agroindustrial.
Con el apoyo del ingeniero Pablo González, del Centro de Estudios Heñói, se llevaron a cabo diversas actividades pedagógicas y productivas. Las y los participantes tuvieron la oportunidad de aprender a elaborar biofertilizante líquido, técnica que sirve para fomentar la agricultura sostenible y reducir la dependencia de químicos nocivos. Este conocimiento es importante para fortalecer la producción agroecológica local y garantizar la Soberanía Alimentaria de las familias campesinas.
La jornada también incluyó un recorrido hasta una naciente de agua que se encuentra en riesgo debido a la intención de cultivo de soja transgénica por parte de un poblador que está comprando terrenos en la zona. En este sitio crítico, se discutió el papel vital que desarrollan los humedales y los ecosistemas acuáticos, así como las medidas necesarias para su conservación. Las y los participantes dialogaron sobre el papel esencial que juegan los bosques en la regulación del agua y la preservación de la biodiversidad, en lo que fue una reafirmación del compromiso colectivo con el cuidado del medio ambiente.
Además, se realizaron prácticas sobre la siembra y riego de plantas forestales, enfocándose en técnicas que promuevan un crecimiento rápido y saludable. Esta actividad, además de contribuir a la restauración de áreas verdes, también es una estrategia para hacer frente a los efectos del cambio climático, que han sido exacerbados por el modelo extractivista vigente en el país y la región.
La Jornada de Agroecología de Conamuri se enmarca dentro de un esfuerzo más amplio por empoderar a las comunidades campesinas e indígenas y fomentar una agricultura que respete tanto a las personas como a los bienes naturales. Las y los participantes están convencidos de que el trabajo conjunto y la educación son herramientas imprescindibles para enfrentar los desafíos ambientales y sociales que enfrentan en su lucha por un futuro más justo y sostenible.
Desde la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri, levantamos nuestra voz en medio de una tristeza que nos traspasa de lado a lado. Los incendios que devoran vastos territorios en el Chaco no son una simple catástrofe natural. El fuego que hoy consume los bosques, que amenaza la vida de comunidades indígenas y de pueblos no contactados, es el fuego de la codicia. Es el fuego provocado por quienes, en nombre del agronegocio, queman la tierra para su propio beneficio, sin consideración por la vida que allí habita, por la historia que esos bosques cuentan, ni por el futuro que comprometen.
Nos unimos al dolor de los pueblos que sufren esta tragedia, cuyas vidas están enraizadas en esos territorios ancestrales. Sabemos que estos incendios no son casualidad, son la consecuencia de un modelo que prioriza el lucro sobre la vida, que explota y arrasa con lo que considera recursos, despreciando a la Madre Naturaleza que nos cobija y nos alimenta.
Ese cielo cubierto de humo es el reflejo de un capitalismo insaciable que no reconoce límites ni respeta la diversidad de vida que se apaga a medida que avanzan las llamas. Mientras las comunidades indígenas y campesinas tratan de resguardar los bienes de la naturaleza con prácticas saludables y saberes ancestrales, los acaparadores de tierra, esos que amasan grandes extensiones para su provecho personal, propician la agonía del territorio. Por eso los consideramos responsables de esta tragedia, responsables de este ecocidio que no solo destruye la flora y fauna, sino que también desgarra el tejido social y cultural de las comunidades que habitan estos territorios.
Es momento de transformar este dolor en una fuerza de resistencia y transformación. Aquellas que defendemos la vida, que practicamos la agroecología y creemos en la convivencia armoniosa con la naturaleza, llamamos a una sociedad que ame y valore la tierra, y que asuma su compromiso con las generaciones por venir. No podemos seguir tolerando la devastación en nombre del progreso.
Al Gobierno Nacional le demandamos una pausa ecológica inmediata. Es urgente que las instituciones se involucren y declarar el estado de emergencia para asistir directamente a las comunidades afectadas, no solo con recursos materiales, también con soluciones que garanticen la protección de sus territorios. Este momento requiere un compromiso firme con la vida, con la preservación de nuestro patrimonio natural y cultural, y con el respeto a los pueblos que han sido guardianes de esta región durante siglos.
Nuestro llamado es claro: ¡basta de incendios provocados, basta de destrucción! Por la vida, por el futuro, por la Madre Naturaleza, exigimos un cambio en las leyes y en las prácticas agrícolas ahora. Cada árbol que cae bajo el fuego, cada vida que se extingue entre cenizas, son un pedazo del mañana que se desvanece.
Un profundo dolor envuelve al Gran Chaco Americano, ¿se olvidan de que estamos de prestados en estas tierras? En un lugar muy frágil como el Chaco, lo más importante es la armonía, el equilibrio entre los seres vivos y no vivos. El viento puede ser un aliado porque corre veloz entre el bosque, las planicies y las ciudades, o puede ser el que de mala ganas avive el fuego entre los forrajes secos y lleve la noticia de un gran incendio.
Desde tiempos inmemorables, nuestros pueblos han habitado el Gran Chaco, la llegada del hombre blanco a estas tierras es reciente. Y la destrucción de la naturaleza es sorprendente, han creado leyes para sacarnos nuestros territorios, han creado leyes para protegerse de sí mismos, pero la avaricia, el odio a lo diferente y a la naturaleza les deja ciegos, creen ver un desarrollo próspero con la destrucción de nuestros medios de vida, el agua, el bosque, los animales.
Queremos dejar sentado que el fuego no tiene la culpa, no es culpa de la sequía, son las manos que avivan el fuego por el lucro las culpables; es importante el castigo a los culpables, pero la pérdida es enorme, miles de territorios en llamas, no hay dinero que pueda reponer lo perdido y los culpables saben eso.
Hacemos nuestro el dolor profundo de los hermanos y hermanas en aislamiento voluntario (Ayoreos), los últimos guardianes del bosque profundo, si ellos desaparecen todo lo que conocemos del Chaco va a desaparecer, el gran tigre no tendrá refugio, hacemos nuestro el dolor por el agravio al Pueblo Ayoreo, hacemos nuestro el dolor de las comunidades indígenas afectadas por la sequía, por la falta de alimentos, finalmente hacemos nuestro el dolor de los siete millones de habitantes del territorio de Paraguay.
Desde los Pueblos Indígenas que habitamos el Chaco paraguayo, hacemos un llamado urgente a todos y todas para exigir al Estado declarar en emergencia al Chaco. Buscar entre todos y todas un modelo de vida que respete a la Madre Tierra. El cambio climático exige la búsqueda de equilibrio del mundo que nos han prestado, debemos defender a la Madre Tierra.
Mariscal Estigarribia, 10 de setiembre del 2024
Mesa de Articulación de Organizaciones de Pueblos Indígenas
Coordinadora Prof. Hilaria Cruzabie
Vice coordinador Prof. Villalba Benítez
Organizaciones de la Mesa de Articulación: Organización de Pueblo Guaraní (OPG), Organización de Pueblo Guaraní Ñandeva (OPÑ), Organización de Pueblo Manjui (OPM), Organización de Pueblo Nivaclé (OPN), Unión Nativa Ayorea del Paraguay (UNAP), Asociación Garaygosode (AG), Organización de Pueblo Englht Norte (OPEN), Consejo Ñandeva de Alto Chaco (CÑACH), Coordinadora de Líderes de Campo Loa-Nivaclé, Organización de comunidades de la Rivera del Pilcomayo.
Representantes de organizaciones campesinas e indígenas reafirman su lucha por la justicia social y el acceso a la tierra
El pasado sábado 7 de septiembre de 2024, la Comunidad Hugua Po’i, perteneciente al Pueblo Mbya Guaraní, fue sede de la Plenaria Regional del Espacio de Unidad Campesina, Indígena y Popular, una jornada que congregó a líderes, lideresas y representantes de diversas organizaciones comprometidas con la defensa de los derechos campesinos, indígenas y populares. Provenientes de localidades como Arroyo Guasu, Tava’i, Yhú, Campo 9, Loma Piro’y, Repatriación, Simón Bolívar y Nueva Toledo, la plenaria se llevó a cabo en un ambiente de camaradería y reflexión bajo la sombra de los árboles y en bancos construidos por los miembros de la misma comunidad, con rondas de tereré para aplacar el intenso calor, mientras analizaban los desafíos actuales.
Este encuentro contó con la presencia de integrantes de organizaciones de base como Conamuri, la Organización de Lucha por la Tierra (OLT), Cultiva, la Organización Nacional de Aborígenes Independientes (ONAI) y la Federación Nacional Campesina (FNC), todas ellas adheridas a la CLOC/La Vía Campesina. En el transcurso de la plenaria, se discutieron temas esenciales, entre ellos, la lucha por el acceso equitativo a la tierra, considerado un paso fundamental para la justicia social y la soberanía alimentaria en Paraguay.
El Espacio de Unidad Campesina, Indígena y Popular ha venido trabajando en los últimos dos años para consolidar una propuesta política que promueva cambios estructurales en el país. Entre sus objetivos se destaca la defensa de los territorios ancestrales de los pueblos indígenas y el acceso a bienes comunes, como la tierra y el agua, así como el impulso de la producción agroecológica de alimentos como vía para alcanzar la soberanía alimentaria.
La elección de la comunidad de Hugua Po’i como sede de este importante evento no fue casual. Representa un acto de solidaridad con el Pueblo Mbya Guaraní, que sigue enfrentando dificultades para la restitución oficial de sus tierras ancestrales. De este modo, el Espacio de Unidad reafirma su apoyo a las luchas por los derechos territoriales y contra las injusticias que afectan a las comunidades campesinas e indígenas.
Este proceso de reflexión y diálogo colectivo continuará en la próxima reunión del Espacio de Unidad, programada para realizarse en la comunidad Joaju, un territorio campesino en resistencia por el acceso a la tierra. Con cada plenaria regional, este espacio de articulación refuerza su compromiso con la construcción de un Paraguay más justo, donde la dignidad y los derechos de campesinos e indígenas sean plenamente reconocidos y defendidos.
En respuesta a la intención de sembrar soja genéticamente modificada (OGM) en un lote de 45 a 50 hectáreas, las familias del distrito de Repatriación, en el departamento de Caaguazú, organizaron una serie de protestas para expresar su preocupación por el impacto ambiental y social de esta iniciativa, que corre por cuenta de un particular.
Históricamente, el distrito se ha mantenido libre de cultivos de soja, y vecinas y vecinos están resueltos a proteger su territorio, que colinda con un bosque y una naciente de agua, considerada esencial para el recreo de la comunidad.
Como se sabe y se ha comprobado hace mucho tiempo, la siembra de soja OGM plantea riesgos no solo para la biodiversidad y los recursos hídricos, sino también para la salud de las personas que residen en las cercanías, quienes podrían verse afectadas por las fumigaciones asociadas con el cultivo. En ese sentido, la comunidad presentó un llamado urgente a las autoridades municipales, instando al intendente y a los concejales a actuar en defensa de la salud y el medio ambiente.
Las mujeres, en particular, han tomado un papel activo en esta lucha, respaldadas por la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri, que agrupa varios comités locales. Su objetivo es garantizar el derecho a vivir en un ambiente saludable, un principio que está consagrado en el art. 7 de la Constitución Nacional.
“Defendemos una vida libre de agrotóxicos y violencia”, afirmaron referentes comunitarios, destacando la importancia de preservar la calidad de vida de los habitantes de Repatriación.
Las protestas reflejan no solo la resistencia local ante la siembra de soja, sino también un llamado más amplio a la justicia ambiental y social en nuestro país.
La Escuela de Agroecología de la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri continúa desempeñando un papel fundamental en la promoción de la Soberanía Alimentaria y la igualdad de género. Localizada en la comunidad de Santory, en el departamento de Caaguazú, desde su fundación en 2010, históricamente este espacio ha trabajado con más de 80 comités de productores y productoras, enfocándose en la conservación de semillas y en la promoción de proyectos de ley relevantes, como la Ley del Maíz y la Ley de las Semillas.
Actualmente, la Escuela forma parte del Plan Estratégico Institucional de Conamuri, consolidándose como un centro comunitario para la formación en técnicas agroecológicas y orgánicas. Esta instancia no solo es un referente pedagógico, sino que también promueve la participación de mujeres y hombres en la producción agrícola sostenible, contribuyendo de esa manera al desarrollo de prácticas que benefician tanto a la comunidad como al medio ambiente.
La Escuela de Agroecología también aborda temas de feminismo campesino y popular, resaltando la importancia de politizar el trabajo de las mujeres para combatir el patriarcado a través del cambio de hábitos y las perspectivas. Con un enfoque en el rescate de saberes tradicionales y prácticas de producción, Conamuri sigue liderando el camino hacia la Soberanía Alimentaria en nuestro país.
Escuela Itinerante
Este año hemos concretado un sueño largamente acariciado: acercar la Escuela de Agroecología en los territorios para conocer diferentes realidades y construir este espacio junto a las propias comunidades, asentadas en geografías específicas. En este proceso, hemos trabajado en la planificación de huertas, avanzando hacia la creación de kokue comunitarios y la implementación de prácticas de biopreparados naturales. Además, hemos aprendido mutuamente, en un proceso hermoso de educación popular, sobre la conservación de semillas y los cuidados del suelo.
Con la participación de diez comunidades indígenas de los pueblos Mbya Guaraní, Qom, Ava Guaraní, Guaraní Ñandeva y Pãi Tavyterã, localizadas en cinco departamentos de ambas regiones del país, nuestro objetivo es establecer colectivamente huertas comunitarias y kokue de entre 2 y 5 hectáreas, para producir alimentos mediante prácticas agroecológicas.
Nuestra Escuela de Agroecología se enfoca en dos componentes clave: el fortalecimiento organizacional y los derechos de las mujeres para un buen vivir; y la práctica de producción agroecológica y la elaboración de biofertilizantes. El compromiso que nos anima es vivir y producir según los principios de la Agroecología, garantizando la Soberanía Alimentaria para los pueblos.
La Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri, en su 24 aniversario, hoy, en el Día de la Mujer Trabajadora Rural, y en la víspera del Día de la Soberanía Alimentaria, se dirige a las mujeres campesinas e indígenas de todo el país, a las mujeres trabajadoras de la ciudad, a las organizaciones aliadas, a la ciudadanía en general y a las autoridades nacionales para expresar cuanto sigue:
Celebramos estos años de caminar juntas entre mujeres provenientes del campo, años de aprendizajes profundos, de apoyo mutuo, de solidaridad inmensa, de escucha atenta y de oportunidad de crecimiento como personas con derechos, y también de compartir fiestas y alegrías.
Derechos de las mujeres campesinas e indígenas
El habernos encontrado, el habernos escuchado nos ha hecho comprender que tenemos los mismos derechos que el resto de las personas, y con ello hemos podido levantar nuestras voces para exigir el cumplimiento de esos derechos, como el de una vida libre de violencia y el de participar de manera protagónica en todos los ámbitos de la vida privada y pública, el de que nuestro trabajo sea reconocido y valorado. Abordar estos temas nos ha transformado en “sujetas políticas”, con memoria y con sueños por los que seguimos en lucha. En ese sentido, demandamos el cumplimiento de las obligaciones del Estado hacia una sociedad libre de violencia, a través de la educación integral de la sexualidad y la atención efectiva en los casos de violencia.
Agroecología
Cuando nos encontramos las mujeres campesinas e indígenas ya hemos visto que el contexto en que nosotras somos, producimos y reproducimos, determina también las condiciones de nuestras vidas, por eso planteamos otro modelo de producción; ante el agronegocio planteamos agricultura agroecológica y partimos del cuidado de las semillas nativas y criollas. Reivindicamos que la agroecología es la solución para nuestros problemas de hambre, de nutrición, de enfriar el ambiente y aportar a la mitigación de los efectos del cambio climático. Exigimos que se promueva la formación agroecológica como una opción laboral para la juventud y las mujeres, así como el apoyo financiero y técnico para la implementación de procesos productivos agroecológicos y de transición, la derogación de la resolución del MAG que habilita el uso comercial del trigo HB4 e insistimos en el control efectivo de la legislación ambiental.
Ferias y mercaditos campesinos
Estos espacios, aunque pequeños, contribuyen a la economía familiar y a la autonomía de las mujeres campesinas e indígenas y nos permiten el fortalecimiento de la relación cercana campo-ciudad. Reclamamos políticas públicas que consoliden estos mercados de cercanía.
Feminismo
Nuestra organización ha tomado el feminismo como una herramienta de lucha por la igualdad entre hombres y mujeres. Consideramos que sus postulados revelan las diversas opresiones que sufrimos y en el entorno que nos hallamos reconocemos cómo se acentúan las desigualdades por causa del patriarcado. A su vez, nos permite plantear mecanismos de rupturas con el machismo, comenzando desde la casa, la organización, la comunidad y la sociedad toda. Politizamos nuestras cocinas, nuestras chacras, nuestras camas, nuestros montes, nuestros ríos, por ello decimos que nuestro feminismo tiene identidad, es un feminismo campesino, indígena, popular, es un feminismo revolucionario. Buscamos nuestro lugar en la historia en cuanto mujeres campesinas e indígenas. Ya no aceptamos integrar espacios colectivos solo para redactar actas y cocinar, queremos que nuestras voces se escuchen fuerte y claro. Entendemos cada una de nuestras realidades y nos reconocemos capaces de organizar nuestros liderazgos y hacer que nuestra palabra sea tenida en cuenta. De la misma forma, demandamos políticas públicas que atiendan nuestros derechos sexuales y reproductivos en territorio y el cumplimiento de la Constitución Nacional en cuanto a principios de convivencia social, tolerancia y derechos humanos.
En este nuevo aniversario de la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri, que en 24 años ha tocado la vida y la consciencia de miles de mujeres del campo en nuestro país, seguimos construyendo resistencia, transformación y solidaridad de clase. Celebramos con alegría casi un cuarto de siglo de lucha incansable en varios distritos del país, en ambas márgenes del río Paraguay y, en este proceso, reflexionamos sobre nuestras conquistas, desafíos y compromisos permanentes en la búsqueda de un mundo más justo y equitativo.
Las mujeres campesinas e indígenas hemos contribuido de manera significativa al fortalecimiento de la lucha feminista en nuestro país. La fuerza que nos anima es la defensa de nuestros territorios e identidad como personas del campo, la promoción de la soberanía alimentaria y de la igualdad de oportunidades en todos los aspectos de la sociedad. Seguimos trabajando arduamente para interpelar las injusticias incrustadas en las raíces del modelo hegemónico y aportar en la construcción de otro mundo posible.
Sin embargo, a pesar de nuestros esfuerzos, enfrentamos desafíos crecientes, como el aumento de los feminicidios y la violencia de género, la trata de personas y la desaparición de mujeres. También observamos con gran preocupación los desalojos ilegales, perpetrados con extrema violencia y represión en la lucha por la tierra que enfrentan muchas familias campesinas e indígenas en la búsqueda de su derecho a la tierra y la vivienda digna.
En nuestro continuo combate contra el modelo de producción capitalista y el extractivismo que se instala en nuestro territorio, encaramos la opresión, el patriarcado, el racismo y el pensamiento colonialista. A lo largo de estos años, hemos construido una sólida coordinación entre campesinas e indígenas, llevando adelante nuestras demandas, acciones y organización. Nuestra práctica no es solo teórica, sino que se basa en la construcción de la soberanía alimentaria, reconociendo el papel fundamental de las mujeres y fortaleciendo nuestra visión común a medida que avanzamos como clase trabajadora.
En este aniversario, también expresamos nuestra solidaridad con el pueblo de Palestina, que sufre un genocidio propiciado por el sionismo y el Estado terrorista de Israel. Cientos de miles de mujeres y niños han perdido la vida, y quienes sobreviven han quedado desnudos ante un enemigo implacable que, pese a todo, no ha sabido eliminar la identidad del pueblo palestino y sus raíces, y nos unimos a ellos en su lucha por la justicia, la paz y la reparación histórica.
Conamuri es un testimonio de resiliencia, la fuerza y la determinación de todas las mujeres que, unidas ante las adversidades, tejemos el sueño colectivo de un futuro mejor. 24 años atrás, 300 mujeres dieron inicio a este transitar y estamparon el anhelo de constituir una organización de género, clase y etnia que todavía sigue el camino de su utopía.
Ñambojoaju jepytaso, teko pyahu ha jekupytyrã kuñanguéra apytépe!
La soberanía alimentaria, única alternativa frente al flagelo del hambre en un mundo que alberga más de 700 millones de personas malnutridas. Acción mundial el 16 de octubre. Por Sergio Ferrari
Lejos de debilitarse, toma fuerza en casi todo el planeta. La defensa de la soberanía alimentaria ocupa el centro del debate sobre un modelo económico viable que reduzca el flagelo del hambre. La Vía Campesina (LVC) lo recuerda y convoca a una acción mundial.
La organización internacional que aglutina a 200 millones de campesinas y campesinos de más de 80 países acaba de lanzar la convocatoria para la próxima Acción Internacional por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos contra las Transnacionales. Será el 16 de octubre y busca lograr una movilización lo más amplia, activa y descentralizada posible, proponiendo además que se ganen las redes sociales mediante la difusión de los múltiples eventos locales previstos (https://viacampesina.org/es/).
El movimiento de pequeña/os productora/es rurales entiende esta convocatoria como una oportunidad más para ratificar la denuncia del control de los sistemas alimentarios en manos, fundamentalmente, de las transnacionales del agronegocio. A las que define como “un entramado corporativo global que está intensificando el hambre de millones de personas en el mundo, así como la masificación de la desnutrición como enfermedad crónica de las nuevas generaciones”.
Sus argumentos fluyen de datos de fuentes oficiales, como el documento “2013: El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo” publicado por cinco agencias de las Naciones Unidas bajo la coordinación de su Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) (https://www.fao.org/3/cc6550es/cc6550es.pdf).
Radiografía espeluznante
El documento de la FAO –elaborado junto con la Organización Mundial de la Salud, el Fondo para la Infancia, el Programa Mundial de Alimentos y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola– reconoce que aunque el hambre a nivel planetario se mantuvo sin variaciones significativas entre 2021 y 2022, continúa muy por encima de los niveles anteriores a la pandemia de Covid-19. En 2022 afectó a cerca del 9,2% de la población planetaria, superando así el 7,9% registrado en 2019, es decir, la etapa prepandemia.
Los porcentajes expresan menos que las cifras, las cuales reflejan, con rudeza, el rostro humano de este flagelo: en 2022 padecieron hambre en todo el mundo entre 691 y 783 millones de personas, lo que significa 122 millones más que 2019.
Aunque en igual periodo se logró cierto progreso en la reducción del hambre en América Latina y en parte de Asia, de todos modos sigue aumentando en Asia occidental, la región del Caribe y África en su totalidad.
Por otra parte, la prevalencia de la inseguridad alimentaria se mantuvo sin variaciones por segundo año consecutivo, después de aumentar bruscamente de 2019 a 2020. En 2022, alrededor de unos 2.400 millones (el 29,6% de la población mundial) experimentó dicha inseguridad. Entre ellos, unos 900 millones de forma grave. El drama de la inseguridad alimentaria afecta particularmente a las mujeres y a las comunidades rurales. Así, por ejemplo, en 2022 golpeó a un 33,3% de las personas adultas en zonas rurales (más que el 28,8% en zonas periurbanas y el 26,0% en zonas urbanas). Paradójicamente, los efectos más perversos de la falta de alimentos se producen en las regiones campesinas, escenario donde teóricamente se originan los productos alimenticios básicos.
El estudio de la ONU constata que, en 2022, 148 millones de niños y niñas menores de cinco años sufrieron retrasos de crecimiento debido a dietas insatisfactorias. En tanto, 45 millones padecieron emaciación y 37 millones, sobrepeso. El sobrepeso es más frecuente en las zonas urbanas, en tanto que los primeros dos fenómenos prevalecen en las zonas rurales.
Foros superestructurales, pero el hambre perdura
De cara a la próxima Acción Internacional por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos contra las Transnacionales, la Vía Campesina argumenta que se vive “un escenario de monopolización generalizada de todos los eslabones de los sistemas alimentarios”. Y en su diagnóstico global apunta que “nos acaparan nuestra producción agrícola, las semillas, las tierras, los territorios; se vulnera nuestros derechos campesinos, a la renta y a una vida digna, a la protesta y a la autonomía de nuestros pueblos”.
El movimiento considera que la actual crisis alimentaria no tiene precedentes, se entreteje con la crisis climática, las guerras, la corrupción, el control mediático, el racismo institucional y el neofascismo, a la par que el campesinado sigue siendo “criminalizando, desplazando y se continúa acaparando nuestros medios de vida y de subsistencia”.
La Acción programada para el 16 de octubre busca también impactar en los debates de un nuevo Foro Mundial de la Alimentación, donde participarán representantes gubernamentales que la FAO ha convocado para Roma entre el 16 y el 20 de octubre. Este tipo de foros se está volviendo más habitual y repetitivo, aunque escasean las resoluciones estratégicas positivas. En enero pasado se realizó en Berlín, Alemania, un encuentro de esta naturaleza (https://www.fao.org/newsroom/detail/at-gffa-in-berlin-fao-stresses-importance-of-making-agrifood-systems-more-resilient-against-multiple-shocks/es).
Un análisis de las discusiones y los comunicados públicos del foro de Berlín muestra que, aun cuando dicho evento reconoció “la crucial importancia de adoptar medidas concretas para acelerar el acceso de las personas a dietas saludables mediante la transformación de los sistemas agroalimentarios para que estos sean más resilientes, eficientes, sostenibles e inclusivos”, de todos modos las propuestas concretas fueron frágiles o vagas. Para la FAO, es necesario contar con mercados y con un comercio agroalimentario “abiertos, transparentes y libres, elementos esenciales para hacer frente a los actuales problemas de seguridad agroalimentaria”. El problema es que, en la concepción imperante en las Naciones Unidas, ni el concepto de soberanía alimentaria, ni la intervención cooperativa del Estado como un potencial actor regulador, ni la crítica a la gran producción agroexportadora transnacional (agronegocio), ni el rol decisivo de la pequeña producción rural para la lucha contra el hambre adquieren la relevancia debida. Ocurre igual con muchos otros cónclaves de este tipo, que continúan repitiendo más de lo mismo pero sin confrontar los grandes temas estructurales. Y otorgan cada vez mayor importancia a las grandes multinacionales cuando se evalúan las opciones para luchar contra el hambre.
La Vía Campesina expresa, una vez más, su preocupación al considerar que “las grandes corporaciones siguen capturando este espacio (el del Foro Mundial de la Alimentación) para sus propios intereses”. Y por tal razón apunta al evento del 16 de octubre, como una gran oportunidad para denunciar las falsas soluciones que el poder corporativo, en complicidad con muchos gobiernos, está fomentando y forzando para “resolver” estas crisis. Convencida de que dichas soluciones son meras apariencias, La Vía Campesina se pronuncia enérgicamente: “Una vez más, decimos ¡basta de agronegocio!, ¡basta de falsas soluciones! ¡Sin Soberanía Alimentaria no podremos asegurarle un futuro a la humanidad!”.
Más de 500 delegadas y delegados de las diez regiones que la integran analizarán sobre el tema principal: “Frente a las crisis globales, construimos soberanía alimentaria para asegurar un futuro para la humanidad”.
Esta conferencia, al igual que las anteriores y desde su fundación en Mons, Bélgica, en 1993, constituye el espacio más importante de La Vía Campesina. Sus otras conferencias fueron en México (1996); India (2000); Brasil (2004); Mozambique (2008); Indonesia (2013) y el País Vasco (2017).
La VI Escuela del Colectivo de Comunicación de la CLOC-LVC se reunió de manera presencial en República Dominicana del 21 de agosto al 25 de agosto. En dicha oportunidad se encontraron comunicadoras y comunicadores de Suramérica, Centroamérica y del Caribe para planificar las próximas acciones comunicacionales de cara a la 8va. Conferencia de La Vía Campesina a realizarse en diciembre y conocer experiencias de agricultura campesina en el municipio de Peralta, Azua de Compostela.
Los primeros días en el local de Conamuca (Confederación Nacional de Mujeres del Campo), ubicado en San Cristóbal, fueron para dar continuidad a VI Escuela de Comunicación, que inició su proceso en diciembre del 2022 con las Jornada de Comunicación, y tuvo su versión virtual en el primer semestre del 2023. “Tuvimos la oportunidad de conocernos de manera presencial comunicadoras y comunicadores de Colombia, Paraguay, Guatemala, Panamá y República Dominicana. La experiencia de pasar de la virtualidad a la presencialidad para seguir construyendo la comunicación al servicio de nuestros pueblos, conociéndonos y reencontrándonos con compañeras y compañeros», señaló Cony Oviedo, nuestra compañera de Conamuri y la CLOC-LVC Paraguay.
En el local de Conamuca compartieron análisis de coyuntura de nuestros países, lo que permitió pensar mejor en los desafíos que se tienen como Colectivo de Comunicación, plantear qué tareas llevar adelante, teniendo en cuenta las necesidades que surgen como organización internacional. El extractivismo en su formato de monocultivos transgénicos o megaminería se repitió en casi todos los países con gobiernos entreguistas y corruptos, y como proceso a destacar fue mencionado Colombia.
Además fue presentada al equipo la Campaña “Sembrando semillas de libertad y cosechando derechos”, la misma tendrá próximamente su lanzamiento oficial en la Región Caribe.
El jueves 24 todo el grupo se trasladó al municipio de Peralta Azua, comunidad donde a simple vista se pueden observar plantas de aguacate, plátano, maracuyá, guayaba e incluso árboles de chivato. Allí se pudo realizar un intercambio de experiencias con educandas y educandos del IALA en casa de la compañera Elsa Sánchez.
El día 25 se recorrió varias fincas de cafetales, donde se pudo apreciar el trabajo realizado, siendo el café el producto que para muchas familias ha significado la posibilidad de generar renta para costear otras necesidades, como pagar los estudios de sus hijas e hijos.
Cabe mencionar los alimentos que consumieron esos días, como el mangú, las habichuelas y frutas como el aguacate y el plátano que son típicos de República Dominicana y forman parte de la producción de alimentos sanos, una de las luchas de nuestras organizaciones. Entendemos a la alimentación como una cuestión profundamente política, y que en el mundo existe una distribución desigual de los alimentos que se producen, al igual que el acceso a tierras para producirla, “la cuestión no es que falte comida, la cuestión es cómo se reparte”, dijo Andrey Martínez, comunicador de Colombia.
Para las comunicadoras y comunicadores fue una experiencia muy importante para seguir formándose y comunicar la lucha de los pueblos y territorios de Latinoamérica y el Caribe. “Creo que es un espacio muy importante que nos permite primero reunirnos y conversar, poder aportar para dar seguimiento a los procesos de comunicación dentro de la CLOC-Vía Campesina, pero también para asumir compromisos y responsabilidades desde las regiones. Es un espacio importante para poner en práctica todo lo que aprendimos en la escuela, todo lo teórico, todo lo práctico y poder encender motores para que como colectivo de comunicación sigamos fortaleciendo y promoviendo la comunicación como una herramienta importante dentro de nuestras organizaciones, pero también de La Vía Campesina”, expresaba Rocizela Pérez, de la organización Conavigua de Guatemala.
Por su parte, Oscar Ábrego, de Unión Campesina Panameña, expresaba que resalta lo importante que es poder aportar en estos procesos. “Felicitar a La Vía Campesina por esta iniciativa, son espacios donde tenemos la posibilidad de aprender y compartir las experiencias de trabajo de lucha. Sobre todo, unir más a nuestros pueblos, nuestros países que enfrentan situaciones similares de despojo, de destrucción medioambiental por ejemplo, de las luchas campesinas que llevamos día con día. Ha sido una experiencia bonita, poder aportar al trabajo comunicacional y visibilizar todas las cosas que hacemos desde nuestros países, desde nuestras comunidades y desde nuestra gente”.
“Un espacio donde pude adquirir muchas herramientas, muchos conocimientos que puedo y que voy a compartir con los demás compañeros de la Región Caribe, de la República Dominicana. Vamos a trabajar para darle más vida e importancia a la comunicación porque ya sabemos que estamos en un tiempo donde tenemos todo el tiempo actualizarnos y saber cómo manejarlas, de forma que visualicemos más esas luchas campesinas. Dar a conocer todo el proceso que hacemos desde la CLOC,” concluye una de las anfitrionas Margaret García De la Cruz de la Federación de Caficultor de la Región Sur de República Dominicana.